language COL arrow_drop_down

¿Sabe dónde se siembra la comida que usted consume?

El Aburrá apenas produce el 3 % de lo que se come y eso la deja en riesgo en caso de paros o cierres viales. El reto: suficiencia alimentaria.

  • Al menos 15.000 personas trabajan en la Mayorista, 1.500 de ellos comerciantes que están distribuidos en 29 bloques y que ofrecen 9.000 toneladas de alimentos cada día. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
    Al menos 15.000 personas trabajan en la Mayorista, 1.500 de ellos comerciantes que están distribuidos en 29 bloques y que ofrecen 9.000 toneladas de alimentos cada día. FOTO MANUEL SALDARRIAGA
¿Sabe dónde se siembra la comida que usted consume?
16 de marzo de 2020
bookmark
1 %
de los campesinos productores están registrados por la Gobernación.

Mientras Medellín y sus vecinos duermen, una carrera contra el tiempo se libra entre calles y camiones: cientos de personas trabajan para que cuando la mayoría de los 3,8 millones de habitantes del Aburrá se despierten, encuentren comida fresca en fruterías, supermercados o la tienda de la esquina.

Eso es necesario porque apenas el 3 % de la comida que se consume en la ciudad se produce en ella. Y para ser autosuficiente en materia alimenticia se necesitaría un territorio 100 veces más grande que el área metropolitana, o 1,8 veces la extensión de Antioquia. A esa conclusión llegó un estudio de huella de carbono que realizaron la Universidad Nacional y Corantioquia en 2017.

La situación no ha cambiado mucho en los tres años posteriores a la investigación. La Central Mayorista de Antioquia, principal centro de abastos del noroccidente del país, recibe cada mes 264.000 toneladas de alimentos. El 36 % viene de los municipios de Antioquia, 52 % del resto del país y un 11 % se importa de países como Chile, Argentina y China. Sí, China.

Según los registros oficiales de la central, 55 % de esa comida se queda en la región o va a otros municipios, cerca de 35 % se va para la Costa Atlántica y departamentos vecinos como Chocó y Córdoba, y un 10 % termina en la caneca de la basura, bien porque se dañó durante el transporte o almacenamiento, o porque no se vendió antes de que se descompusiera.

Paradójicamente, 58,6 % de los hogares de Medellín no tiene garantizado el acceso constante a alimentos, según el Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional de Medellín 2016 - 2028.

La logística de un plato

Es miércoles y el reloj marca las 4:00 a.m. Juan Sebastián Henao Restrepo interrumpe su siesta de dos horas en la silla delantera de una chiva intermunicipal para verificar si ya los empleados de un puesto de verduras de la Mayorista descargaron las dos toneladas de papa, frijol y arveja que un día antes cargó en la plaza de mercado de San Vicente, en el oriente de Antioquia.

El conductor, de apenas 25 años, viaja cada semana desde su municipio hasta Medellín para traer la cosecha, y se regresa ese mismo día con abono para los campesinos de las 39 veredas que surten la plaza de mercado del pueblo.

El resto de la semana, cuenta, se dedica a transportar a esos mismos campesinos por caminos destapados.

“Para mí, es más rentable cargar gente que comida, pero mucho campesino se ha ido, el campo está muy solo porque la agricultura está muy mala: los insumos caros y pagan poquito por la cosecha”, comenta.

Unos locales más adelante, Camilo Quiroz, de 27 años, hace varias llamadas para verificar si los compradores de papa van a alcanzar a recoger el producto. Es el primer día del pico y placa ambiental de 24 horas en el Aburrá y la mitad de los camiones que habitualmente hacen fila para repartir los bultos no pueden salir a la calle.

“Estas papitas que usted ve aquí llegaron de Pasto, que es donde hay cosecha a principio de año. En unos meses habrá que traerla de Bogotá y para final de año, sí hay cosecha, de pueblos cercanos como La Unión o Entrerríos”, cuenta y luego echa mano de varias cajas llenas de mallas con ajos.

Comenta que ese producto viene de China y que en los últimos meses el precio de la caja de 10 kilos pasó de $60.000 a $110.000.

“La mercancía de China hasta acá se demora 50 días en barco. Estos ajos ya estaban en camino cuando estalló la crisis del coronavirus y desde eso no se despacha nada. O sea que cuando se venda lo que hay, que tampoco es mucho, seguramente se ponga más escaso y caro”, agregó.

Gustavo Gallego, vendedor de cebolla desde hace 38 años, da más detalles de cómo funciona la cadena. A su puesto y el de su socio llegan 18 toneladas diarias de cebolla de rama, casi siempre del oriente de Antioquia. Unos 70 a 80 campesinos la siembran y cosechan, entre cuatro y cinco personas trabajan en el transporte, y de 10 a 12 la venden. Si por condiciones climáticas la cosecha se daña, llaman a Pereira, Bucaramanga o Bogotá.

“Hoy nos pagan la carga a $20.000, pero si no sale, mañana toca ofrecerla a $10.000 u $8.000. Más de dos días no se puede tener porque pierde calidad, entonces lo que queda se le regala a la Fundación Central Mayorista”, que a su vez la distribuye en bancos de alimentos o en el mercado gratuito que se hace los sábados, en una cancha vecina.

El valor del producto dependerá entonces de qué tan lejos se cultive y de los problemas que haya para transportarlos. Todos los comerciantes coinciden en que en épocas de paros camioneros, cierres de vías y fronteras, como ahora ocurre por el coronavirus, los precios se pueden duplicar y hasta triplicar.

El campo en la ciudad

La vía que conduce al túnel de Occidente se volvió una pasarela de despachos inusual: recoge productos recién cosechados en Medellín para llevar a tiendas de Urabá y el Occidente. Hugo Cano Cano, agricultor de frijol, maíz, lechuga, zanahoria y frutas en el corregimiento de San Cristóbal, cuenta que un grupo de seis comercializadores contactaron a los campesinos para comprar su producción y, por eso, muchas veces en las tiendas del corregimiento se consiguen productos traídos de la Mayorista y no de sus propias montañas.

“Medellín tiene entre 12.000 y 13.000 predios agrícolas, y los corregimientos de San Cristóbal, Palmitas y San Antonio de Prado son los de mayor vocación productiva. A pesar de eso, ninguna administración ha sido capaz de reconocer la producción que aquí generamos”, dice y agrega que en el Plan de Ordenamiento Territorial de 2014 se contempló la creación de un distrito rural campesino, pero hoy ese plan sigue en el papel.

Jairo Alexánder Osorio, docente de la Universidad Nacional y exsecretario de Agricultura de Antioquia, explicó que para los campesinos de los corregimientos es más rentable vender para otras regiones, por los precios que pagan los intermediarios. “En Medellín usted consigue la lechuga a $1.500 y en Apartadó ya vale $3.000”, ejemplifica.

A su juicio, para que el campo de Medellín y Antioquia despegue y se consolide, hacen falta políticas efectivas que lleven a la tecnificación de la producción y a la eliminación de la cadena de intermediarios. “Si no existe esa línea que le diga a los corregimientos que produzcan ciertos alimentos y los canalice para la demanda interna, por ejemplo, a través de los restaurantes escolares, nada va a cambiar”, añadió.

Lina Marcela Chavarriaga, jefe de pregrado de Nutrición y Dietética de la Universidad CES, dijo que son necesarios los proyectos regionales, pues la ciudad depende de lo que el campo produce para comer, y a su vez los campesinos necesitan quién compre sus cosechas a precios justos. “Y no es solo por los campesinos. Si no tenemos planes de abastecimiento, educación y disponibilidad, no podremos tener seguridad alimentaria”, señaló.

Rodolfo Correa, actual secretario de Agricultura de Antioquia, reconoció que el departamento tiene un problema de soberanía y seguridad alimentaria por la dependencia de otras zonas. Y agregó que la participación del campo en el Producto Interno Bruto del departamento tiene que crecer pues aunque la mayor parte del territorio es rural, solo aporta el 6 % de ese PIB: “Hay problemas graves de acceso al crédito para los campesinos, educación y relevo generacional. Los jóvenes cada vez más migran a la ciudad”.

Resolver esos problemas y aprovechar más los más de 3,3 millones de hectáreas de tierra con vocación agrícola de Antioquia, incluido el Aburrá —según el recién expedido Plan de Ordenamiento Territorial Agrícola de Antioquia (Pota)—, será la manera de evitar la catástrofe que Correa proyecta: si seguimos así, en 10 años no vamos a tener campesinos .

54 %
de las 6,2 millones de hectáreas de Antioquia tienen potencial agrícola: Pota.
Infográfico

Te puede interesar

El empleo que busca está a un clic

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

Acepto el tratamiento y uso del dato Personal por parte del Grupo EL COLOMBIANO*